No existe apenas evidencia científica fiable que permita pensar que la utilización, destrucción y excreción de vitaminas aumente con las actividades deportivas, pero no hay que olvidar que se han realizado pocos estudios bien planeados con atletas de élite y alto nivel para conocer las necesidades vitamínicas y el estatus nutritivo de los atletas. Existe cierta evidencia según la cual los requerimientos de vitamina B (especialmente vitamina B2) aumentan con el ejercicio intenso y regular. Normalmente el mayor gasto de energía de los atletas se acompaña de un aumento del consumo de alimentos en general, con el consiguiente incremento de la ingestión de estas vitaminas -especialmente si se comen cereales integrales ricos en carbohidratos-. Por otro lado, aquellos que comen relativamente poco y se entrenan duramente se encuentran en desventaja.
Otros factores, además de la dieta o el régimen de ejercicio, influyen sobre los requerimientos de ciertas vitaminas:
Desgraciadamente, como quiera que en la mayoría de los atletas los signos del entrenamiento intensivo pueden confundirse fácilmente con los síntomas que acompañan a la deficiencia de vitaminas, tales como fatiga, depresión, debilidad y dolores musculares, son muchos los que interpretan esta situación como un estado deficitario. Sin embargo, se trata de las consecuencias naturales del ejercicio físico y es muy improbable que la ingestión adicional de vitaminas, para reforzar una dieta variada ingerida en cantidades razonables, reduzca la gravedad de estos síntomas o aumente súbitamente le aporte y utilización de energía.
Fuente: Oneka Blanco-Dietista-Unidad deportiva Policlínica Gipuzkoa
Para más información: www.medicina-deportiva.net
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